domingo, 5 de febrero de 2012
Circunstancias
Nada sucede de la forma que uno quiere. Eso es lo sorprendente de la vida. Uno desea con toda su alma que las cosas pasen de una forma, y terminan sucediendo de otra. Pero hay que tener en cuenta que siempre va a ser así, porque, a pesar de que algunas personas piensen lo contrario, nada está escrito, sino que se va escribiendo. La vida no es un libro, sino un diario o una agenda. La diferencia está en que el libro cuando uno lo está por leer, ya está el final de la historia en la última página. Si algún curioso está en la página 20 pero desea llegar a la final, a la 300, puede hacerlo, es capaz de leer la última línea. Y todos alguna vez lo hemos hecho o hemos querido hacerlo y no nos hemos animado. Pero esa no es la vida. La vida es ese diario que se va completando día a día, que está vacío cuando uno lo abre y se completa al terminar sus hojas, y lo escribe cada uno. Cada uno es el escritor de su propia vida. Y a pesar de que a veces aparecen otras personas que la modifican, y que se interponen en el camino (para bien o para mal) cambian la continuidad de la historia, porque nadie es un ser aislado, y nos formamos como personas a partir de lo que los demás hacen con nosotros. El diario de un niño huérfano que nunca ha sentido el amor y el cariño de sus padres, no va a ser el mismo diario que el de un niño que creció 18 años de su vida junto a ellos. La vida se va construyendo como un edificio y nosotros debemos ser los arquitectos responsables de que no se derrumbe. Y si ello ocurriera, poder tener la capacidad de volverlo a construir, hasta que pueda mantenerse en pie.